PARAÍSO EN GAIA

 

 Ayer por la tarde, con más de treinta grados en las calles sevillanas, el Paraíso de los Olivos se instaló en GAIA, abiertas las puertas por Charo y Pepe. Se llenó la sala de la familia sevillana, algunos zuhereños instalados en la capital, amigos del  Camino de Santiago con su presidente entre ellos, colegas del Convivium local de Slow Food, compañeras en el oficio con tienda en primera plana de la capital, Óleo-le, y otros invitados.

Tarde primaveral para espíritus libres, fluyendo para iniciar la sesión al paso musical, las imágenes y textos de ese video tan heterodoxo como es el que firmó María Cañas cuando visitase el Paradeiso, bajo el título de “Aceite en llamas no deja cenizas”. Llevando la contraria a la popular creencia de que el aceite rechaza otras mezclas, María se empeña en mestizar el refranero castizo con la meditación zen en un ejercicio amoroso y delicado que sugiero tomar en dosis moderadas para no quedar atrapado en ese oleaje dorado que envuelve la pantalla. Coco y Antonio presentamos algunas de las raíces y expresiones del Paraíso de Las Quebradillas, en cuya cata nos acompañó Pepe Alba, alma espiritual de la Almazara Experimental del Instituto de la Grasa (CSIC) durante muchos años. Pepe es un buen testimonio del paso del capacho al acero inoxidable y las atmósferas inertes en esta artesanía reconvertida en aséptica industria. Pero el Paraíso no existe sin seres que lo habiten y a presentar a los que respiran la tierra de Las Quebradillas contribuye el video que nos regalase al producir nuestra primera cosecha, Antonio Galisteo, quien cuanta con buen ojo para fijar la atención de la cámara, pulso para sostenerla entre los rayos de la luz y corazón que late comprometido con el tiempo de las nobles causas.

A todos ellos invitó Coco a la hora de celebrar y compartir una merienda que fue canto al aceite rico en tiempos pobres, reinterpretando nuestro hoyo de aceite de la infancia, acompañado de chocolate, queso de cabra curado en el mismo zumo de Las Quebradillas y gajos de mandarina que milagrosamente guardan en su interior zumo de naranja y de aceituna. ¡Un placer amigos!

 

 

 

«10+ variedades», confesiones de un adicto

Hola Antonio…

   Desde hace unos días vengo desayunando con tu «10+ variedades», esto lo hago los día que no tengo que trabajar, puesto que el día que toca echar la cámara al hombro, o a los lomos, suelo tostadear fuera de casa, en cualquier taberna que ofrezcan oro líquido. La cuestión es, que aunque no tengo el paladar ni el olfato educado a estos sabores como lo puedan tener Uranga, Pouget o Fermín Rodríguez, estoy teniendo serios problemas de adicción a tu hijo «plus», con el consiguiente absentismo laboral que me produce esta dependencia, al querer empezar el día regando generosamente pan con aceite, en casa. Como la cosa se está poniendo seria me he decidido a escribirte; como responsable último de mi dependencia, y solicitarte un talonario de justificantes para presentárselos a mi productor ejecutivo, por las ausencias en el trabajo que puedan venir (jejeje). 
   Enhorabuena, tus hijos mayores son un encanto, pero este es un sol.